Cómo evitar ser un ‘padre helicóptero’… te lo decimos

Los padres helicóptero piensan que les están haciendo un favor a sus hijos, pero, en realidad, están mermando sus posibilidades de tener éxito. En concreto, están echando por tierra sus probabilidades de encontrar un puesto de trabajo y mantenerlo.
MÉXICO.
Ser padre es acaso uno de las encomiendas más importantes de tu vida, y, como nos lo han repetido hasta el cansancio, nadie nace sabiendo ser padre.
Por ello es de vital importancia que padres y madres de familia estén enterados de los modelos que no funcionan.
La diferencia entre un padre que ayuda a un hijo a levantarse después de tropezar y un padre que hace todo lo posible para que su hijo nunca tropiece es lo que los expertos llaman padres helicóptero.
¿Qué es un padre helicóptero?
La madre o padre helicóptero, es aquel tipo de madre o padre que se dedica a organizar todas y cada una de las actividades de sus pequeños, lo tienen todo planificado y «agendado». Actividades extraescolares, campamentos de verano e incluso amigos con los que pueden o no jugar.
Ante la vigilancia extrema es normal que los niños desarrollen una actitud desafiante ante la autoridad, reaccionen con frustración ante las dificultades, se vuelvan apáticos al hacer nuevos amigos, tengan un pobre manejo de sus emociones, presenten un desempeño escolar insuficiente o posean una autoestima baja.
La mayoría de los padres helicóptero comienzan con un deseo bien intencionado: que sus hijos tengan una infancia plena y segura, en la que no tengan que enfrentarse a problemas, errores o sufrimiento alguno. ¿Quién no quiere eso para sus hijos? El problema es cuando una protección sana se convierte en una sobreprotección peligrosa.
Los límites y el cuidado son necesarios en cualquier tipo de crianza. Guiar a los niños, indicándoles qué es correcto y qué no, e incluso ayudarlos a tomar buenas decisiones o rescatarlos cuando han cometido un error son acciones positivas que fortalecen la autoestima, confianza y seguridad en los niños.
Sin embargo, estas acciones se vuelven poco sanas cuando se les roba a los niños la autonomía de sus actos y pensamientos.
Básicamente son el tipo de padres que no pueden parar de «sobrevolar» a sus hijos. Prácticamente los envuelven en plástico de burbujas y acaban creando una generación de niños incapaces de manejar sus trabajos y sus vidas.
Los padres helicóptero piensan que les están haciendo un favor a sus hijos, pero, en realidad, están mermando sus posibilidades de tener éxito. En concreto, están echando por tierra sus probabilidades de encontrar un puesto de trabajo y mantenerlo.
Los padres helicóptero no quieren que sus hijos se hagan daño. Intentan suavizar cada golpe de la vida y acolchar cada caída. El problema es que estos niños sobreprotegidos nunca han aprendido a lidiar con la derrota, el fracaso o la decepción, aspectos inherentes a la vida. Esa sobreprotección hace que a estos niños les sea casi imposible aprender a asimilar la frustración, y sin desarrollar esta cualidad psicológica, cuentan con una gran desventaja en el momento en el que se incorporan al mercado laboral.
Si los niños piensan que hagan lo que hagan les van a dar un premio, nunca se darán cuenta de cuánto hay que esforzarse para conseguir las metas.
Los padres helicóptero ayudan demasiado a sus hijos y, de este modo, los pequeños crecen sin conocer una ética de trabajo sana, con importantes carencias de habilidades básicas. Sin ello, serán incapaces de realizar correctamente muchas de las tareas que se exigen en un puesto de trabajo.
También sobreprotegen a sus hijos y les privan de conocer la importancia de las consecuencias de sus actos. Como resultado, pierden la oportunidad de aprender multitud de valiosas lecciones de vida a partir de sus errores, lecciones de vida que les ayudarían a potenciar su inteligencia emocional.
Protegen a sus hijos ante cualquier pequeño conflicto que pueda surgir con sus compañeros y amigos, por lo que, cuando crezcan, no sabrán solucionar las diferencias que afloren entre ellos y sus compañeros de trabajo o sus jefes.
Los padres helicóptero creen que sus hijos deberían ganar en todo.
Las personas aprendemos a resolver problemas a base de ensayo y error, analizando por qué algo no ha funcionado e intentándolo otra vez de otro modo. Este proceso de aprendizaje sirve para desarrollar la seguridad, las competencias y la autoestima. Los padres helicóptero impiden que sus hijos desarrollen estas virtudes, que son necesarias para el éxito profesional.
Los padres helicóptero creen que sus hijos deberían ganar en todo, que todo aquel que participa en una competición debería llevarse un trofeo y que los profesores deberían aprobarles todas las asignaturas, aunque sus trabajos y exámenes estén sin presentar o mal hechos.
«Querer a tus hijos significa guiarlos, protegerlos y apoyarlos, pero sin atosigarlos, sobreprotegerlos o hacer tanto por ellos que no necesiten aprender a solucionar sus propios asuntos».
En el mundo real, solo hay un ganador en cada competición y solo se premia el trabajo bien realizado. Si los niños crecen pensando que hagan lo que hagan les van a dar un premio, nunca se darán cuenta de cuánto hay que esforzarse para conseguir las metas.
Estos niños consentidos se darán cuenta de que las competiciones no siempre se ganan cuando arruinen una entrevista de trabajo o sean despedidos, y acabarán desolados. No entenderán cuánto hay que esforzarse para alcanzar el éxito profesional. Les faltan competencias básicas y autonomía, carencias derivadas de no haber tenido que esforzarse para solucionar un problema o completar una tarea por sí solos.
¿Cómo dejar de ser padre helicóptero?
Aprende a controlar la preocupación.
Permite a tus hijos experimentar las emociones de todo tipo.
Permitir a tus hijos tomar pequeñas decisiones y responsabilidades.
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